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Comida típica poblana que no puede faltar en tu banquete nupcial

Un recorrido por la herencia culinaria poblana: mole, chalupas, cemitas y mezcal para un sí que sabe a historia.

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Casarse en Puebla no es solo unir sus vidas entre cúpulas barrocas y paisajes majestuosos; es también celebrar con el corazón… ¡y con el paladar! Este estado en México es reconocido mundialmente por su riqueza culinaria, herencia de siglos de historia, mestizaje y sazón. Por ello, no puede faltar la comida típica poblana en tu banquete, ya que más que una opción, es una forma de rendir homenaje a Puebla para su historia de amor.

Incluir los sabores de Puebla en tu boda no solo enaltecerá la experiencia gastronómica, sino que dejará una huella imborrable en el corazón y el paladar de tus invitados. Desde un tradicional mole poblano hasta los dulces típicos, cada bocado será un viaje sensorial que hará de tu celebración un recuerdo inolvidable.

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Si bien el olfato es el sentido con más memoria, al combinarlo con el gusto, según la ciencia, contribuyen a la formación de recuerdos, en especial cuando están asociados a experiencias emocionales intensas. ¡Como una boda destino! Así mismo, la comida típica evoca una fuerte conexión con los sabores auténticos, cargados de historia y tradiciones.

Además, no necesitas renunciar a la elegancia o gracia para hacerlo posible. Actualmente, muchos banqueteros especializados en bodas destino ofrecen opciones de estos platillos clásicos que se adaptan perfectamente a tu enlace, sin perder esa riqueza culinaria.

Comida típica poblana
para tu boda

Mole, chalupas, cemitas, mezcal y dulces tradicionales forman parte de un festín inolvidable que conquistará paladares. Así que, dale a tu menú ese toque gastronómico local que enamora. Te contamos sobre cada uno de ellos.

Mole poblano: el platillo estrella
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Es imposible hablar de Puebla sin pensar en mole. Y es que este manjar es emblemático. De hecho, hay varias versiones sobre su verdadero origen, sin embargo, más que historias se han convertido en leyendas profundamente arraigadas.

La más famosa cuenta que fue la monja Sor Andrea de la Asunción, en el convento de Santa Rosa de Lima, Puebla, quien creó el delicioso mole poblano en el siglo XVII. Todo con el fin de cocinar un platillo especial para honrar la visita del Virrey de Nueva España, Tomas Antonio de Serna. Además, se dice que la receta original utilizaba cerca de 100 ingredientes, entre chiles, especias y chocolate, que combinados delicadamente crean el mole poblano.

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Sin embargo, se dio a conocer que el mole no solo de estado, sino que proviene de las culturas prehispánicas. Entonces, los indígenas mezclaban varios chiles, semillas de calabaza, hierba santa y jitomate para crear una salsa llamada mulli, la cual era acompañada comúnmente con carne de guajolote, como ofrenda a los dioses.

Posteriormente, con la llegada de los españoles a México, se introdujeron nuevos productos que se fueron agregando a la receta, como la pimienta gris, el anís y la canela. De allí su nombre se transformó del náhuatl molli o mulli a mole. Así que, con el paso del tiempo los cocineros y cocineras lo han ido adaptando y perfeccionando.

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Actualmente, el mole es un platillo complejo y sofisticado, cuya preparación no es improvisada, y es una parte imprescindible del acervo gastronómico de la cocina poblana, y de todo México. Por ello, el mole ya sea con guajolote, pollo o lomo, representa celebración, unión y familia, pues era y es el plato principal en las fiestas, como las bodas. Por eso mismo, ¡no puede faltar en tu enlace!
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Chalupas: la entrada perfecta
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Luego de conocer más a fondo el platillo principal de tu banquete nupcial: el mole, ahora nos adentraremos a los antojitos de la comida típica poblana.

A pesar de su sencillez, las chapulas son muy famosas en la gastronomía del estado, y sí, son perfectas para el cóctel de bienvenida o la entrada del menú. ¡Tus invitados quedarán fascinados! Ya que, esa combinación de maíz, manteca, carne de cerdo, salsa (roja o verde) y cebolla, representa la cotidianidad de Puebla. Sin embargo, también están presentes en restaurantes de renombre y se pueden probar muchas variantes de este antojito.

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Al igual que el mole, su origen no es exacto y hay distintas versiones. Una de ellas dice que la receta fue inventada por unos frailes, quienes utilizaron restos de pollo y los mezclaron con masa de maíz. Pero, creyeron que estaba seco y así le agregaron la salsa y la cebolla.

También se menciona que dichos frailes estaban cerca del río San Francisco, donde había chalupas (un tipo de pequeños barcos o canoas que se usaban para navegar en tiempos prehispánicos), por lo que las nombraron así. En cambio, otros aseguran que unas señoras ponian su puesto en una banca a la orilla del río, en la cual preparaban pequeñas tortillas bañadas en salsa, con salsa de puerco, cebolla y manteca caliente para un rico sazón. Entre otras historias, pero ninguna ha sido comprobada.

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No obstante, lo que sí te aseguramos, independientemente de su procedencia, es que una boda en Puebla sin chalupas no estaría completa.
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Cemitas: la tornaboda inolvidable
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¿Boda con baile por horas o hasta el amanecer? Entonces necesitas una tornaboda, tornafiesta (como se dice en México) o recena que reconforte y encante. Porque después de tanto baile y brindis, sí, regresa el hambre y es indispensable otra ronda de comida, tanto para recargar baterias como para bajar la bebida. Nota, generalmente se da una hora antes de que terminé la fiesta.

Por eso mismo, las cemitas son un hit para cerrar la noche con mucho sabor y sin tantas complicaciones. Además, es una comida típica poblana que se encuentran rellenas de carnitas, carne al pastor o árabe queso, aguacate, carnes frías, no obstante, las clásicas son de milanesa de cerdo con quesillo. Claro, siempre con un toque de ajonjolí por encima.

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Sobre su origen, el nombre cemita se refiere al pan, el cual viene de la época colonial, que al igual que otros panes se introdujo por los españoles, y al paso del tiempo se enriqueció por los franceses.

“La cemita es eminentemente ibérica y es el resultado de dos variedades de pan que, durante el Virreinato, la ciudad de Puebla entregaba como tributo a la corona española”, dice Esperanza Torral en el libro El origen de las cemitas.

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La popularidad de este pan creció tanto que hoy en día es uno de los platillos poblanos más importantes del estado a nivel nacional. Así que, por esto y más, incluirlas en la boda siempre será una excelente opción. Además, si quieres darle un plus, ofrece variedades o que sean personalizadas en estaciones al estilo “haz tu propia cemita”.
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Mezcal: el brindis que lo dice todo
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Elegante, profundo y con carácter: el mezcal poblano se ha convertido en un favorito para bodas con identidad. Con Denominación de Origen en 116 municipios del estado, más que una bebida, es un legado que nace de la tierra y el trabajo de los maestros mezcaleros.

De hecho, Puebla es el segundo productor de mezcal en todo México. Incluso, existen más de 50 marcas registradas de esta bebida ancestral en la región. Todas certificadas para su venta y consumo.

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Se cree que su elaboración en Puebla se remonta a épocas prehispánicas, cuando esta planta tenía un uso ritual y medicinal. Pero, con la llegada de los españoles se integraron nuevas técnicas de destilación, y desde entonces su producción ha sido de forma artesanal transmitida de generación en generación. Además, se utilizan diferentes especies de agave como espadín, espadilla y tobalá, entre otros, lo que contribuye a la diversidad de aromas y sabores del mezcal poblano.

Por lo tanto, gracias a sus características y calidad únicas, ya sea en shots, maridado con el banquete, como base para cocteles sofisticados, una barra especializada o incluso como recuerdito de boda, este destilado artesanal es ideal para formar parte de tu enlace.

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Así que, sorprende a tus invitados con etiquetas locales, porque cada sorbo cuenta la historia de Puebla, con el místico sabor del agave y la tradición. ¡Si algo no puede faltar en este día tan especial es el mezcal! Permite que el espíritu del agave celebre contigo.
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Dulces típicos poblanos:
un final muy tradicional
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El postre es la última impresión, y en Puebla, eso se hace con camotes, tortitas de Santa Clara, borrachitos, cocadas, turrón, muéganos, jamoncillo, macarrones, palanquetas, dulces de leche, piñón, almendra y nuez, y otros tantos.

Al igual que la comida típica poblana, los dulces tienen sus raíces en la época colonial, específicamente en los conventos donde las monjas crearon estas delicias. De hecho, estos son el resultado y ejemplo del mestizaje cultural, ya que son una fusión de influencias árabes, españolas e indígenas, gracias a la llegada de la caña de azúcar.

Aunque en cada estado de la república mexicana hay dulces representativos y originarios, no se puede negar que Puebla ocupa un lugar privilegiado por su gran variedad, cuyos aromas, sabores, colores, formas y diseños, nadie se resiste.

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Actualmente, además del pastel de bodas, las mesas de dulces se han vuelto muy populares y casi indispensables. Pero ¿qué tal si en vez de gomitas y papas incluyes una de dulces típicos poblanos? Una mesa con estas delicias locales no solo será hermosa, sino también una sorpresa colorida para los sentidos. Otra gran idea es ofrecer cajitas personalizadas para que tus invitados se lleven su favorito a casa.
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Puebla es un lugar que enamora por la vista, por el alma… y por el gusto. Incluir comida típica poblana en tu boda no solo hará que tus invitados recuerden el evento como una delicia completa, sino que llevará al centro de tu celebración una tradición viva que honra lo local, lo auténtico y lo hecho con amor.

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Hablar de comida mexicana, es
sinónimo de comida poblana.
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